Polonia en Camper

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Polonia en Camper: el safari del dominguero

Verano de 2024, Polonia en camper. Ahí estaba yo, con el camper, recorriendo tierras polacas con la ilusión de un niño pequeño en un parque de atracciones… pero con más años y menos pelo, claro. ¡Qué país, oye! Polonia, donde la gente no sonríe por deporte, pero te tratan como si fueras de la familia. Un viaje de esos que empiezas con intenciones muy serias, ¿eh? “Voy a mezclarme con la gente, voy a ser uno más, voy a vivir como un polaco auténtico”. ¡Ja! A los cinco minutos ya me tenían calado como turista: zapatillas, cámara en mano y cara de “¿dónde está el bar más cercano?”.

Eso sí, ni se me ocurrió caer en la trampa del «turista morboso». Nada de hacer la ruta de los monumentos nazis para acabar más deprimido que un lunes sin café. ¡Uf! Eso lo dejo para los amantes del drama histórico. Aunque, oye, no te voy a engañar, al final piqué y me planté en la famosa “Guarida del Lobo”. ¿Cómo resistirse? Que si Hitler estuvo aquí, que si no sé qué… Pero, escucha, la razón principal para ir no fue histórica, ¡fue logística! Aquello tenía un área de pernocta que ni en los mejores sueños del viajero en camper: baños con agua caliente, duchas cinco estrellas y todo eso en mitad de un bosquecito que te daba ganas de tirar de tienda de campaña y no volver nunca.

Guarida del lobo

Guarida del lobo

Lo de los bunkers, ya te lo cuento en otro artículo, que aquí no caben tantas emociones juntas, y que además lo mejor viene después: las minas de sal de Wieliczka, otro artículo. Ahí sí que me marqué el turista nivel 10, con fotos, videos y todo. Pero, ojo, porque son impresionantes. Y yo, que me encanta hacer la cabra en todos los sitios, ¡ahí me puse serio por primera vez en todo el viaje!

Bueno, o casi.

En fin, lo que te digo: Polonia en camper. Un país de contrastes, historia y, lo mejor de todo, buenos sitios para aparcar y ducharse. ¡Un lujo para el dominguero aventurero como yo!

Gente amigable

Gente amigable

La Ruta y Sus Encantos

Mira, me fui a Polonia en camper y la cosa fue como hacer una “S” en el mapa, pero más torcido que un caracol borracho. Que si entras por Jędrzychowice desde Alemania, pasas por Breslavia, Cracovia, Lancut, Zamosc, Lublin… ¡Parecía que me había apuntado a una maratón con nombres impronunciables! Acabé en Varsovia, Poznan, Bydgoszcz (que todavía no sé cómo se dice sin romperme la lengua), Gdansk y, pa’ rematar, me fui a la Guarida del Lobo. ¡Qué nombrecito, oye! Ahí parece que te van a salir lobos nazis de los arbustos, pero no… todo muy tranquilo. Desde ahí me escapé a los Países Bálticos y Finlandia, camino del Cabo Norte, sí, otra vez!! ¡como si no fuera suficiente dar vueltas por Polonia!

Y claro, entre una cosa y otra, en pequeños desvíos, me encontré con unos lagos de ensueño, de esos que te dan ganas de tirarte en plan sirenita pero con menos glamour. También me topé con iglesias medievales que están más enteras que yo un lunes por la mañana, castillos de esos que te hacen sentir como en «Juego de Tronos», pero sin dragones, y palacios que, oye, ni tan mal.

Cracovia Mercadillo

Cracovia Mercadillo

La Historia de Polonia

Ahora, lo interesante pero breve. La historia de Polonia es de esas que dices: “¡Pobre país, madre mía!”. Está en el medio, siempre le toca la peor parte, ¡y claro! Si es que todos quieren un cacho: rusos, alemanes, suecos… ¿A quién no le gusta Polonia? Si parece la tarta en una fiesta de cumpleaños, ¡todos la quieren, pero nadie la deja en paz! Hasta que un día dijeron: “¿Y si hacemos que Polonia, como país, ni exista?”. Y así les fue, pobres, que desaparecían del mapa como por arte de magia. Pero lo mejor de Polonia no es la historia, es la gente. Porque los polacos, ¡qué grandes! Gente maja, de la que te acoge con los brazos abiertos y un plato de comida en la mano. Y ahí llegamos a lo importante…

Breslavia Mercado

Breslavia Mercado

La Comida

¡Ay, la comida! ¡Atención que aquí viene lo bueno! Empiezo por los Pierogi, que son como raviolis, pero más del este. Son de pasta rellena de vegetales o lo que encuentren por ahí. Y aunque más de un país se ha peleado por decir “¡No, no, esto es nuestro!”, parece que la receta viene de China. ¡China! Que estos pierogis han dado más vueltas que yo en la camper.

Luego están las Krokety, ¿Te  suena? que son bolitas fritas, como unas croquetas polacas. Y claro, las comparas con las nuestras y te ríes, pero ¡ojo! Que están buenísimas. Luego tenemos los Kabanos, que son embutidos delgaditos de cerdo, una especie de fuet polaco, que al primer mordisco piensas: “Hombre, esto lo conozco yo de toda la vida”.

Y no me hagas hablar de las sopas. Tienes de todo: el Barszcz, que es una sopa contundente y el Zurek, que a veces te la sirven fría y ahí te llevas la sorpresa. Antes de pedir pregunta bien, no vayas a meter la pata, que a mí me pasó.

El plato estrella es el Bigos, una col con carne calentita, que te arregla el día si vas con frío. Y si quieres algo más contundente, tienes la Golonka, que es codillo asado. ¡Esto sí que te deja tumbado en la camper!

Luego están los Flaki, que es un estofado que puedes comprar en supermercados como el Biedronka (que es «Mariquita», ¡anda que no!) envasado en una bolsa/salchicha rara que parece diseñada para hacer en el camper.

Para los más aventureros, los Golabki, que son rollos de repollo rellenos de arroz y algo más. Te lo comes y luego ya averiguas lo que lleva.

Si te va la milanesa, pídete un Kotlet schabowy, que viene con ingredientes locales, para que te sientas un polaco más mientras te lo zampas.

Y claro, las salchichas o Kielbasas, ¡esas hay que verlas antes de pedir! Porque si no te explican bien te puedes llevar un susto.

Para los golosos, tienes que probar los dulces. Algunos son como las kroketi pero rellenos de crema, chocolate y nata. Vamos, que los miras y ya te sube el azúcar, pero ¡oye!, qué felicidad.

En fin, que Polonia es un país de historia, paisajes y comida contundente. Y lo mejor, todo esto lo puedes disfrutar en tu camper mientras ruedas por esas tierras que, aunque parezca que no, siempre te dejan algo que recordar.

Y vamos a la ruta…de Polonia en  camper.

Enanito Breslavia

Enanito Breslavia

Wroclaw: La Ciudad de los Enanitos

Wroclaw, Breslau, Vratislavia… ¡Venga ya! Esta ciudad ha cambiado más de nombre que yo de camisa en verano. Dependía de quién mandaba, ya sabes: unos la llaman así, otros asá, y al final, que le pongan un cartel “Ciudad Políticamente Versátil” y listo. Pero bueno, aquí estamos, en la ciudad de los enanitos. Y no, no estoy hablando de gente bajita, sino de estatuas de enanos por todas partes. ¡Pero si hay más enanos que personas! Te puedes pasar el día de enanito en enanito, buscando al que tiene la mejor pose. ¡Ideal si vas en camper con la familia! Los críos encantados y tú entretenido, sacando fotos de enanos a lo loco.

Y claro, Wroclaw no es solo enanitos, también es historia pura. Se cruzan aquí la Vía Regia y la Ruta del Ámbar. O sea, que, si antes venías en carromato, hoy lo haces en camper, pero el trayecto es el mismo. Ah, y hablando de ámbar, aquí empiezas a encontrar de todo: que si joyitas, que si collares… ¡Vamos, que acabas llenando la guantera del camper de piedras amarillas!

Varsovia vendedora callejera

Varsovia vendedora callejera

Krakow: Entre Schindler y la Catedral 

¡Krakow! Que si has visto la película de Schindler ya conoces media ciudad, ¿no? La otra media es para turistear: el gueto judío, la fábrica de Schindler, y si te queda tiempo, la Catedral con su plaza enorme. Que, oye, la plaza es tan grande que podrías aparcar el camper ahí y no te verían en una semana. Pero no, no es un consejo para viajar a Polonia en camper.

Mapa sepia minas

Mapa sepia minas

Minas de Sal

¡Atención claustrofóbicos! No se os ocurra entrar en las minas de sal de Wieliczka. Lo digo en serio, porque entre túnel y túnel piensas que te vas a quedar a vivir ahí. Yo hice un vídeo de la experiencia, pero en lugar de turista parecía un minero sin casco. ¡Eso sí, espectacular!

Warszawa: Varsovia Pa’ Los Amigos 

Llegué a Varsovia pasando por todos esos pueblecitos con nombres imposibles de pronunciar, como Lancut, Krzeszow, y Zamosc. Paradas rápidas para ver lagos, comer algo y seguir camino. Y entonces, ¡Varsovia! Oye, la capital. Aquí hay de todo, pero sobre todo historia a punta pala. Entre los monumentos y la memoria del gueto de Varsovia, vas caminando y parece que te están contando las historias más duras de la Segunda Guerra Mundial a cada paso. Y sí, la huella del nazismo está por todos lados. Polonia es un país marcado por esas atrocidades, no hay escapatoria.

Zamosc entrada

Zamosc entrada

Y, claro, con tanto cruce de caminos y comercio, no es raro que los judíos se asentaran aquí. Al fin y al cabo, Polonia ha sido el punto de encuentro, o más bien de choque, de toda Europa.

Cracovia Catedral

Cracovia Catedral

Poznan: Vamos a Vivir la Calle

Poznan o Posnania en castellano. Esta ciudad es como esas películas en las que la gente parece que se pasa el día en la calle, tomando el sol en terracitas y caminando por plazas llenas de vida. Y claro, lo típico: iglesias, palacios, mercados. Lo de siempre, pero con un ambiente que te atrapa. Eso sí, Polonia es muy católica, y aquí, en Poznan fue donde el país entero se bautizó. No es broma, los reyes dijeron: “Ale, todos a la piscina”, y ala, todos católicos en un plis-plas.

Poznan callejeando

Poznan callejeando

Bydgoszcz: La Basílica de San Vicente

Bidgostia (sí, nombre raro hasta en castellano). Aquí vine para ver la Basílica de San Vicente de Paúl, que dicen que es importante en los caminos a Santiago. Yo, la verdad, me perdí entre tanta modernidad de esta ciudad y su historia reciente, con los alemanes matando a polacos, luego los nazis vengándose… Vamos, que más que historia parece un thriller de espías. Aunque no puedes escaparte de ello si viajas a Polonia en camper.

Basilica de San Vicente

Basilica de San Vicente

Gdansk: El Puerto de la Solidaridad 

Y llegamos a Gdansk, o Danzig para los alemanes. ¡Aquí todo es comercio y sindicalismo! Es como si te “tele transportaras” a los años 80, con “Solidaridad” y los movimientos antisoviéticos que hicieron temblar a la URSS. Y, además, el puerto… ¡madre mía el puerto! ¡Ámbar por todos lados! Si no salías con una piedra de ámbar en el bolsillo, es que no has estado en Gdansk. Y ojo, que los monumentos aquí te dan para estar días. Pero lo que no te puedes perder es la península de Hel (Gracias Antoni!!). Ya solo por el nombre te tiene que picar la curiosidad. Así que, saca la cámara, porque te vas a hinchar a hacer fotos.

Gdansk puerto

Gdansk puerto

La Guarida del Lobo: Un Camping Muy «Hitleriano» 

Y claro, mi ruta en “S” tenía que acabar en la “Guarida del Lobo”. ¡Que no se diga que me pierdo una “frikada” nazi! Lo mejor es que con el ticket de aparcar te regalan la entrada. Así que, entre lobos y bunkers, me saqué unas fotos y dormí en un bosque con modernas duchas y baños. Porque, aunque evitaba los campos de concentración y los guetos, al final el morbo siempre pica un poco.

Votos en el campo

Votos en el campo

Conclusiones del Viaje en Camper por Polonia

Conclusiones, que ya nos estamos alargando: la gente en Polonia, un 10. Amables, te ayudan con lo que necesites, y siempre tienen una sonrisa. La comida, un 11, porque con esos platos te quedas frito en el camper hasta el día siguiente. Los monumentos, ¡una gozada! Y aunque muchas cosas las han reventado en las guerras, te queda lo suficiente como para pasearte por catedrales y sitios chulos.

Varsovia Iglesia

Varsovia Iglesia

El paisaje, espectacular. Agua por todos lados, ríos, lagos, y hasta en la costa, que oye, para los que vivimos en un camper es casi obligatorio.

Callejeando Varsovia

Callejeando Varsovia

Y nada, cámara en mano, fotos de todo y pa’lante, que el mundo no se recorre solo.

 

¡! BUEN CAMINO PEREGRINO ¡!

¡! ULTREIA ET SUSEIA ¡!

 

 


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